El próximo día 14 de abril se
celebrará el 83 aniversario de la proclamación de la II República española. No
es una fecha redonda, de esas que celebran los políticos y los medios de comunicación,
pero siempre es bueno recordar el primer intento democrático en la historia de
nuestro país. Ese espacio de seis años supuso la entrada en el escenario
político, social y económico de amplios colectivos que hasta ese 14 de abril de
1931 habían estado excluidos, y entre ellos podemos destacar

En los siguientes comicios,
celebrados en 1933 y en febrero de 1936, las mujeres ejercieron su nuevo
derecho al voto, pero la principal impulsora, Clara Campoamor, no volvió a
ocupar un escaño. Sí lo hicieron nuevas mujeres, aunque no superaron la cifra
de 5 diputadas en cada uno de los periodos parlamentarios. Alguna repitió, como
Margarita Nelken, pero otras fueron nuevas en esos cometidos parlamentarios,
como las socialistas María Lejárraga, Veneranda García o Matilde de la Torre,
que ocuparon la tribuna parlamentaria en 1933, o Julia Álvarez y la comunista
Dolores Ibárruri, que lo hicieron en 1936. Como se puede comprobar, a pesar de
sus nuevos derechos políticos, fueron muy pocas las mujeres que se incorporaron
de lleno al mundo de la política.
La hostilidad de sus propios
compañeros de partido para la proyección política y social de las mujeres fuera
del ámbito del hogar, fue determinante para explicar este exiguo número de
mujeres, aunque la concesión del voto supuso un reajuste ideológico respecto al
rol político de la mujer, probablemente por la necesidad de captar su voto en
los comicios electorales. Igualmente se produjo una dinamización del
asociacionismo femenino y se promovieron nuevas secciones femeninas en el seno
de los partidos políticos, aunque las mujeres siempre estuvieron subordinadas a
las directrices masculinas de los órganos del partido.

Aunque fueron pequeños avances,
la igualdad de derechos significó en la II República que una pequeña élite de
mujeres españolas pudieran incorporarse al ámbito político, que otras ampliaran
su horizonte cultural y educativo y que hubiera varias iniciativas reformistas
que mejoraron su situación. Paro las estructuras mentales siempre cambian más
despacio que las iniciativas legislativas, las mujeres vislumbraron un mundo
diferente que les sirvió de referente en los largos años de lucha posteriores. Y
es que hasta la imagen más simbólica de la II República fue una mujer.
Pilar Lledó
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