«A mi pudiéronme cargarse todos los pecados políticos
imaginarios de la mujer, y pasárseme todas las cuentas del menudo rencor. Lo
que no espero ocurra es que se eleve una voz, una sola, de ese campo de la
izquierda, de quien hube de sufrirlo todo, por ser el único que ideológicamente
me interesa, y al que aún aislada sirvo». (El voto femenino y yo.
Editorial Horas. Madrid, 2006)
Clara Campoamor defensora de la igualdad. Se hizo a sí
misma, en una vida de esfuerzo y trabajo, todo dedicado a defender aquello en
lo que creía, aquello de lo que estaba absolutamente convencida, la igualdad de
los seres humanos, la igualdad de las mujeres. Quiso estar en aquellos lugares
donde los pudiera defender, hasta sus últimas consecuencias. Se enfrentó,
incluso, a sus más cercanos, a sus iguales.
Defiende el voto de las mujeres basándose en el principio de
la igualdad y no en las consecuencias que pudiera traer. Está convencida que es
un derecho natural de las mujeres por ser seres humanos, así lo transmite y lo
consigue, no fácilmente.
Pero sufre las consecuencias, cuando dos años después las
mujeres ejercen su derecho al voto y aquellos que pierden esas elecciones
culpan al voto femenino de la derrota, en vez de mirar dentro de sus propias
organizaciones, para buscar allí la causa de dicha derrota.
Es muy humano no asumir las consecuencias de nuestros actos,
como también debería serlo tener principios y defenderlos respetando a los
demás.
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