Esta vez no sumergimos en el siglo XIV, en la corte del rey Carlos V de
Francia. En el entorno de una sociedad claramente misoginia; veremos el
resurgir de una nueva mujer.
Christine de Pizan nace en la ciudad de Venecia un 11 de septiembre de 1364. Su padre fue Thomas de Pizzano, reputado
médico, astrólogo y canciller de la república de Venecia.
Christine es reconocida como la
primera feminista de la historia ya que fue una humanista, que, cómo escritora
y filósofa, abogó por los derechos de la mujer. También fue una destacadísima
poeta medieval. Pasó su infancia en la Corte del rey Carlos V de Francia, al que
con posterioridad escribiría sobre su biografía.
A la edad de 15 años se desposó
con el secretario de la Corte de Carlos. A los 25 años enviudó -a esa edad
tenía tres hijos- a los que mantuvo con lo que obtenía de sus diversas
publicaciones.
No dudó jamás en enfrentarse a
eruditos, políticos y militares, denunciando múltiples abusos y corruptelas. En
su publicación Dicho de la Rosa (1402) llegó a escribir:
“Y juran fuerte, y prometen, y mienten.
Ser leales, secretos y luego alardean.”
En “La Ciudad de las damas” - a la postre su publicación más emblemática y de la que hablaremos más tarde-emergen tres personajes alegóricos femeninos: La Razón, La Rectitud y La Justicia, refutando los argumentos misóginos y considerándolos “arbitrarias ideas prefabricadas”. Pero…vayamos por partes.Chistrine fue nieta paterna de Mondino de Luzzi famoso médico anatomista. El prestigio de su padre hace que sea invitado a las Cortes de Luis de Hungría y a la de Carlos V de Francia.Su padre Thomas decide acudir a la Corte de Carlos V de Francia. Esta decisión marcará para siempre la vida de Christine, pasando a ser médico personal del rey, consejero real y su astrólogo, que se ampara en los estudios realizados en la universidad italiana de Bolonia.
La infancia de Christine transcurre en el palacio Real, donde Carlos V crea una gran biblioteca, convirtiendo su corte en un lugar donde el arte y las ciencias alcanzan su máximo esplendor.
Hubo un gran desacuerdo sobre educación que debía recibir Christine. Su madre quería educarla, para que fuera una dama cortesana, instruyéndola en las labores del hogar, que era lo propio para una mujer en ese tiempo. Su padre Thomas planteaba para ella una educación intelectual exquisita.
Para ello, puso a su disposición tutores privados, de los que aprendió cultura humanista, complementando sus enseñanzas en la propia Biblioteca Real. Christine, además, hablaba el italiano, cómo lengua materna, latín y francés.
Cómo he comentado en el enunciado, con quince años se casa con Etienne Castel, el cual tenía veinticuatro, siendo el secretario del Rey. Etienne era un hombre de buen porte, siendo además muy afectuoso. Ella se enamoró profundamente de él. Fruto de este matrimonio fueron dos niñas y un niño, aunque una de ellas muere a edad muy temprana.
Un año después de casarse, el rey Carlos V fallece y eso cambia la vida de Christine, pues toda la familia pierde los favores del nuevo rey Carlos VI. Su padre Thomas muere cuando ella tenía veintiún años, y tres años después muere su marido Etienne como consecuencia de la peste. Escribe entonces “Baladas de amor”, donde expresa todo el amor que siente por su marido Etienne.
A la edad de veinticuatro años se queda viuda, al cargo de dos hijos, su madre y de su sobrina. Le resulta muy difícil heredar las tierras de su padre por ser mujer. Así mismo, los acreedores le reclaman deudas de su marido, que no sabe si son reales o falsas. El dinero en efectivo que poseía, lo invierte con un mercader que le prometía triplicar su valor, resultando ser un ardid, lo que le llevó a la pérdida de todas sus posesiones.
Ante tanta desesperanza, acude a antiguos amigos de palacio para que le ayuden, y decide dedicarse profesionalmente a escribir. Para ello contó con el apoyo de la reina Isabel, (esposa de Carlos VI). Isabel se convierte entonces en su mecenas y proporciona el apoyo económico necesario, para que se dedique plenamente a la escritura, disponiendo de un estudio propio en la Biblioteca Real.
Sus primeras obras fueron poemas, baladas de amores perdidos…, y transmitían la tristeza del amor perdido y de las dificultades que conlleva su viudedad, centrándose en el dolor y la soledad. Estos poemas alcanzaron un gran éxito popular. Proverbes Moreaux
Para ello, puso a su disposición tutores privados, de los que aprendió cultura humanista, complementando sus enseñanzas en la propia Biblioteca Real. Christine, además, hablaba el italiano, cómo lengua materna, latín y francés.
Cómo he comentado en el enunciado, con quince años se casa con Etienne Castel, el cual tenía veinticuatro, siendo el secretario del Rey. Etienne era un hombre de buen porte, siendo además muy afectuoso. Ella se enamoró profundamente de él. Fruto de este matrimonio fueron dos niñas y un niño, aunque una de ellas muere a edad muy temprana.
Un año después de casarse, el rey Carlos V fallece y eso cambia la vida de Christine, pues toda la familia pierde los favores del nuevo rey Carlos VI. Su padre Thomas muere cuando ella tenía veintiún años, y tres años después muere su marido Etienne como consecuencia de la peste. Escribe entonces “Baladas de amor”, donde expresa todo el amor que siente por su marido Etienne.
A la edad de veinticuatro años se queda viuda, al cargo de dos hijos, su madre y de su sobrina. Le resulta muy difícil heredar las tierras de su padre por ser mujer. Así mismo, los acreedores le reclaman deudas de su marido, que no sabe si son reales o falsas. El dinero en efectivo que poseía, lo invierte con un mercader que le prometía triplicar su valor, resultando ser un ardid, lo que le llevó a la pérdida de todas sus posesiones.
Ante tanta desesperanza, acude a antiguos amigos de palacio para que le ayuden, y decide dedicarse profesionalmente a escribir. Para ello contó con el apoyo de la reina Isabel, (esposa de Carlos VI). Isabel se convierte entonces en su mecenas y proporciona el apoyo económico necesario, para que se dedique plenamente a la escritura, disponiendo de un estudio propio en la Biblioteca Real.
Sus primeras obras fueron poemas, baladas de amores perdidos…, y transmitían la tristeza del amor perdido y de las dificultades que conlleva su viudedad, centrándose en el dolor y la soledad. Estos poemas alcanzaron un gran éxito popular. Proverbes Moreaux
Con el tiempo, Christine amplió
los contenidos de su obra, abarcando aspectos filosóficos, políticos y
mitológicos. A partir de 1399, comienza a escribir sobre los derechos de las
mujeres. Sus argumentaciones siguen sorprendiendo actualmente por su frescura y
profundidad en contenidos.
En aquellos días, el escritor y
poeta Jean Meung publica un poema llamado “La
Roma de la rose”, donde describe a la mujer cómo un ser
desnaturalizado, perverso y depravado.
“Bien insensato es quien toma mujer, pues la vida en tal estado es
difícil y enojosa a causa de las disputas y las peleas, que son resultado de la
necedad y el orgullo de las mujeres, a causa de los obstáculos que ellas crean
todo el tiempo, y los reproches. Las reclamaciones y las quejas que con
cualquier motivo… Quien se casa con una mujer pobre debe ocuparse de
alimentarla, vestirla y calzarla; y si cree mejorar el estado tomando una mujer
rica, apenas logra soportarla, tan orgullosa y arrogante resulta ser…”
Christine responde al escrito de
Jean Meung con frases como: “¡Qué no
se me impute como locura, arrogancia o presunción al hecho de atreverme yo, una
mujer, a responder y contradecir a un autor tan sutil cuando él, un hombre
solo, se ha atrevido a difamar y a reprochar sin excepción a todo un sexo”.
Cómo se puede ver, la obra de
Jean Meung tuvo un claro contenido antifeminista. La contestación de Christine,
sin embargo, marca el primer caso claro
de la historia europea donde una mujer escribe contra las calumnias que la
misma había soportado tanto tiempo.
Hay que mencionar que tanto en la Edad
Media cómo en el Renacimiento, las mujeres tenían prohibido el acceso a las
universidades, teniendo por ello muy menguadas las actividades profesionales,
sufriendo constantemente una misoginia intelectual y religiosa por parte de la
Iglesia, menoscabando el papel de la mujer en la sociedad.
Al inicio de la Edad Media, las
mujeres tenían más posibilidades incluso que al final de la misma y del propio Renacimiento,
fruto del papel que la Iglesia juega en esta época, suponiendo un retroceso muy
importante para el desarrollo intelectual la mujer.
Esto provocó un gran debate
intelectual en la época. Alrededor de la Universidad de Paris, se crea la Orden de la Rosa, que era una
asociación masculina que pretendía defender el honor de las mujeres. Christine
organiza “La Querelle de la Rose”,
asociación femenina similar a la de los hombres y con la misma finalidad,
teniendo un gran éxito, que perduró hasta el siglo XVII.
Con esta organización, se abre un
debate histórico que trata sobre la naturaleza, posición y esencia de la mujer,
planteando el lugar que debía ocupar la misma en la sociedad y la familia.
En el debate participan mujeres,
pensadoras e intelectuales, que se oponen a las teorías actuales, basadas en
cuestiones biológicas, que presentaban al hombre como la perfección máxima de
la Naturaleza. Rechazando determinadas ideas pseudo científicas, como por
ejemplo “que la mujer no era más que
un varón, pero un varón imperfecto…Cómo su naturaleza era fría y húmeda, no
consiguió la cocción completa y sus resultados se quedan a mitad de camino
respecto a los del hombre”.
Se exponían algunas diferencias cómo
que el pene hacia fuera era la perfección frente a la vagina, que por defecto
ha quedado dentro, o que el cerebro y por tanto las capacidades fueran menores
o incluso nulas respecto a las masculinas.
En el año 1399, escribe “Epístola del Dios del amor”,
rechazando los falsos amores y amantes que prometen mucho y luego no dan nada.
En 1400, escribe dos ensayos “Dechado
de Poissy” y “Debate de los
dos amantes”, en donde disecciona el sentido del amor cortés,
planteando cual es el papel de la mujer en las composiciones poéticas.
También opina sobre la política
escribiendo “Epístola a la reina
Isabel” y sobre la justicia militar de la época con “El libro de los hechos de armas y
caballeros”.
En el año 1405, escribe su obra
más emblemática “La ciudad de damas”,
que comienza así:
“Me preguntaba cuáles podrían ser las razones que llevan a tantos
hombres, clérigos y laicos, a vituperar a las mujeres, criticándolas bien de
palabra, bien en escritos y tratados…. Yo, que he nacido mujer, me puse a
examinar mi carácter…
Me propuse decidir, en conciencia, si el testimonio reunido por
tantos varones ilustres podría estar equivocado. Pero por más que intentaba
volver sobre ello, apurando las ideas como quien va mondando una fruta, no
podía entender ni asimilar como bien fundado el juicio de los hombres sobre la
naturaleza y conducta de las mujeres. Al mismo tiempo, sin embargo, yo me
empeñaba en acusarlas porque pensaba que sería muy improbable que tantos
hombres preclaros, tantos doctores de tan hondo entendimiento y universal
clarividencia (me parece que todos habrán tenido que disfrutar de tales
facultades) hayan podido discurrir de modo tan tajante y en tantas obras que me
era casi imposible encontrar un texto moralizante, cualquiera que fuera el
autor, sin toparme antes de llegar al final con algún párrafo o capítulo que
acusará o despreciara a las mujeres”.
En esta obra, denuncia el sistema misógino
planteando una serie de derechos consustanciales a la mujer. Nos muestra una
visión utópica e ideal de la ciudad perfecta en este libro, que era gobernada
por mujeres. Tal y cómo menciono al inicio, viene representada por tres figuras
femeninas, la Justicia, la Razón y la Rectitud. Pero profundicemos más en este
apartado, dado que es el punto de inflexión que cambia el sentido y la
orientación de la mujer en la sociedad y el comienzo de la implantación de la
anticipación del feminismo tal y cómo lo entendemos en la actualidad. La gran
motivación que la impulsa a llevar a cabo esta publicación, surge de la lectura
del “Libro de las lamentaciones de Mateolo”. Una obra que vilipendiaba claramente a las
mujeres. Cristina se pregunta entonces por las razones que llevan a
tantos hombres, clérigos y laicos, a vituperar a las mujeres, criticándolas
bien de palabra bien en escritos y tratados. Esta es la razón
principal que lleva a cristina a escribir su Ciudad de las damas.
La obra está dividida
en tres partes, en cada una de las cuales dialoga con tres damas, llamadas
Razón, Rectitud y Justicia. Con cada una de ellas entabla un diálogo en el que
Cristina intenta desmontar, con la ayuda de las tres damas, todos los defectos
que hasta entonces se empeña el mundo en atribuir a todas las mujeres del
mundo. Vanidad, desidia, maldad, falta de sabiduría e inteligencia... Los
razonamientos son ilustrados con una amplitud de ejemplos de mujeres que a lo
largo de la historia han demostrado ser todo lo contrario. Emperatrices,
reinas, poetisas, pensadoras, santas.
Un extenso electo de nombres propios que
intentan avalar las tesis de Christine y las tres damas. Y todo para construir
una ciudad levantada y
edificada para todas las mujeres…, las de ayer, las de hoy y las del mañana.
La ciudad de las
damas es pues un libro considerado pues cómo una
clara anticipación del feminismo moderno, en el que Christine de Pizan hace un alegato claro y revolucionario en favor
de las mujeres: “A todas
vosotras, mujeres de alta, media y baja condición que nunca os falte conciencia
y lucidez para poder defender vuestro honor contra vuestros enemigos, Veréis cómo
los hombres os acusan de los peores defectos, ¡quitadles las máscaras, que
nuestras brillantes cualidades demuestren la falsedad de sus ataques!”.
En otro orden de cosas, Christine
asiste a la guerra civil, que se da en Francia, a partir del año 1410 entre los
borgoñeses y los armañacs. Escribe dos libros “Lamentaciones sobre la guerra civil” y “El libro de la paz”. Ante la caótica situación, que vive
Paris, cómo consecuencia de la guerra civil, abandona la ciudad en el año 1412,
se refugia en el convento de Poissy, dónde se encuentra su hija. Allí se relega
a una vida interior tortuosa, aislada y durante diez años deja de escribir. Sin
embargo, un hecho excepcional hace que vuelva a retomar la pluma.
Son los acontecimientos del año 1421, dónde la ciudad de Orleans se encuentra sitiada por los ingleses. Surge en ese momento la figura de Juana de Arco, que guía a las tropas francesas y consigue que se levante el cerco de la ciudad. Christine le dedica el libro “Le Ditie de Jehanne d’Arc”:
Jehanne d’Arc
“Tú, Juana, en buena hora nacida
¡Bendito sea el que creó! (……)
¡Ay! ¡Qué honor para el sexo ¡Femenino!
Bien amado de Dios, según
provee,
Cuando todo este gran pueblo desfallecido,
Huye del reino despavorido,
Ahora rescatado y salvado por una mujer
(lo que no pudieron los hombres hacer) Y los traidores
desertores, Antes apenas hubiesen podido creer que fuera cierto”
Finalmente, en 1430, fallece en
Poissy a los 66 años. Se le reconoce el mérito de ser la primera mujer dedicada
profesionalmente a escribir. Es considerada como la precursora del movimiento a
favor de la mujer, siendo el primer referente del feminismo.
Nos encontramos ante una mujer
valiente, excepcional y muy inteligente, que supo enfrentarse a la
discriminación que imponían en la época los hombres y sobre todo la Iglesia. Es,
por tanto, un privilegio para mi resaltar y recordar el papel histórico de esta
mujer, Christine de Pizan.
Ramón Ferrez y del Rio, 2018.
Ramón Ferrez y del Rio, 2018.
(Extraído y desarrollado de “Mujeres de película” – Edmundo Fayanás Escuder-)
Un artículo interesantísimo y muy completo. La música de Monteverdi es bellísima.
ResponderEliminarChristine de Pizán es una figura clave por muchos motivos y representa un pilar fundamental en la historia de las mujeres.