Os invitamos a leer la reflexión de Mercedes
Cano, coach especializada en igualdad y género acerca de la decisión de
eliminar de los podios de entrega de premios en las carreras de Fórmula 1, la
figura de las “azafatas”. Pincha en el siguiente enlace: La importancia de tener referentes adecuados
Nos ofrece la verdadera dimensión de la desigualdad
si permitimos símbolos que menosprecian
a la mujer porque en el mundo símbólico perdura y se perpetúa la misoginia per secula
seculorum.
Así nos explica Mercedes Cano, coach especializada en igualdad y género “…..Aunque
pueda parecer trivial y frívolo, el asunto no es menor y ello me lleva a
escribir esta reflexión.
El de las azafatas es un referente
o modelo que cosifica y relega a la mujer a objeto decorativo. Objeto que sólo
existe en función de que hay un hombre importante y triunfador, del que por
supuesto, de él sí, conocemos nombre y apellido. Ella sin embargo, no tiene
entidad propia, podría ser cualquier otra quien ocupara su lugar, siempre y
cuando su aspecto físico cumpla unos cánones estéticos (impuestos por los
hombres, claro está)
Es bueno y necesario que nos
deshagamos de ese modelo como referente del papel que las mujeres de hoy,
jóvenes y sobradamente preparadísimas, pueden llegar a representar en nuestra
sociedad actual”
Recogemos la parte final del blog que habreís leído en el enlace anterior. Nos aporta referentes femeninos y comunica
diferentes maneras de cosificar e invisibilizar a las mujeres:
“….en esta construcción de nuestra
autopercepción y autoestima, los símbolos juegan un papel muy importante. Su
importancia reside en cómo nuestro cerebro recibe la información que nos
brindan.
Produce rechazo un discurso en el
que de manera directa y hostil alguien nos diga que lo importante es el hombre
y sus triunfos y que el papel de las mujeres no tiene gran relevancia. Contra
él todas nosotras y muchos hombres nos revelamos y nos mostramos dispuestos a
rebatirlo.
Sin embargo lo simbólico se
instala en nuestro cerebro sin que nos demos cuenta, de manera sutil pero inexorable y una vez
interiorizado, su influencia en las personas es constante y duradera y actuamos
según estas normas sin ser necesariamente conscientes de ellas.
La “normalización” de esos referentes
da lugar a la imitación, que permite que lo individual se convierta en social y
la sugestión disminuye el espíritu crítico de la persona y permite la
aceptación irracional de esos comportamientos como normales, aceptables
socialmente, e incluso deseables.
Conclusión; no estamos
construyendo una sociedad más igualitaria para mujeres y hombres, sino
abundando desde lo simbólico en perpetuar las desigualdades que hoy siguen
existiendo.
Tendremos igualdad legal, pero no
la tenemos efectiva y como no sigamos trabajando en serio, no llegaremos a
conseguirla en mucho tiempo.” (Mercedes
Cano)
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